sábado, 1 de octubre de 2011

I'm feeling so low

Saludos pequeños miserables!

Reconozco que lo que me pasó ayer no fue a causa de una alergia. Lo mío ha llegado más allá, a algo que yo llamo gripazo enfermizo que te deja más blandiblú que Flubber en estado anímico. Creo que ya he gastado un rollo de servilletas que mi madre se va encontrado por distintos rincones de la casa, cosa que detesta más que si se encontrara heces de cabra sobre sus retales.

Total, que he aprovechado mi enfermedad para vaguear todo el día y me he propuesto abrir el baúl de los recuerdos. Bueno, en este caso baúles, porque entre cajas de cartas de amor de mis viejos, libritos del cole de cuando yo era la primera de la clase (osea hace mucho, mucho, mucho tiempo) entre otras chorraditas, casi muero de flipar en colorines y pepinillos galácticos.

He encontrado unos libros de catalán que explicaban cosas super mega cutres y con menos letra que los libros de TEO. El primero, mi favorito de cuando yo iba a primero de primaria, contaba la historia de dos vecinos, el Quim y la Clara, que hablaban de su emocionante vida. Bueno, la verdad es que ahora que lo pienso es más emocionante que la mía. Un finde se van a jugar a básquet, otro a la feria del pueblo a comprar regalitos cutres, otro a la granja de los abuelos a darle de comer a las gallinas, otro a comer piñones en el bosque y luego a comer a una masía de campo. Y yo mientras, en compañía de un rollo de servilletas y la tele por cable.

Luego me he puesto a leer las cartas de amor de mis padres, eso si que ha sido divertido. Bueno, debería dividir entre cartas y postales con poemas de amor adolescente. Porque me he dado cuenta, en ese mismo instante, de que mis padres también han sido adolescentes. Pero unos adolescentes lo que se dice mega mega pavoncios. En plena edad del pavo pero con cinco años más que yo y con faltas de ortografía exageradamente exageradas. Bueno, supongo que el amor atrofia los sentidos. Pero a mi eso no me ha pasado ni con Eladio, ni con Billie, ni con Zacky, ni con... baaaah.

Total, me he dado cuenta de algo interesante: mi padre era un cursi empedernido y mi madre más basta que Billy el Niño. Mi padre ponía: "Eres el amor de mi vida, no puedo vivir sin ti" y mi madre optaba por decir: "Como te vayas con otra la vamos a tener".

Aunque también tenía su punto sensible, como llenar cada maldita carta, cada maldita postal, cada maldito rincón de marcas de beso en color rosa chicle o rojo carmesí. ¡Qué original! Bueno, cuando ya llevas cincuenta cartas te parece más bien como una tradición que ha pasado generación tras generación de una manera sobria y aburrida.
Y luego están esas partes de la carta de amor que no entiendes por qué están ahí ni qué narices tiene que ver con el amor verdadero. Por ejemplo: "Te quiero mucho, amor mío. Cuando puedas y si te acuerdas, cómprame el nuevo disco de Camilo Sesto ¿vale? Te amo. Tu novio." Y entonces yo ponga la Poker Face más grande del mundo mundial y luego exclamo: ¡¿Qué narices es esto?!


Pero bueno, no voy a meterme con el amor de otros. Cuando yo encuentre a mi media sandía, a saber como soy. Me convertiré en la chica más mega cursi y patética del planeta de los orcos.

Aaaachís!! (Jaaaaajaaaaa, os he pegado el resfriado!)

Abrigáos pequeños miserables, comienza el frío.

Live Long and Prospere!

Canción del día: After Dark de Tito & Tarántula.

Bye-Bee!

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