Saludos pequeños miserables!
Los nervios colapsan mi cuerpo y mis sentidos al pensar en el día que será mañana. Efectivamente, lunes. Pero a parte de ser un lunes, no es un lunes odioso cualquiera. Es EL lunes. El día que comenzará todo de nuevo, como si fuera una película de el Planeta de los Simios. Porque los alumnos-simios deben volver a sus tareas. Y la tarea de esta humilde escritora de blogs empedernida tiene que volver a levantarse a las seis y media de la mañana, vestirse sonámbula, alisarse el pelo, ponerse las lentillas (bueno, si estoy muy muy muy, lo que se dice muy vaga tiro de gafas) desayunar viendo el Teletienda e irse a pillar el tren, el cual estará repleto de seres rutinarios, con los mismos aburridos trajes y las mismas cansadas y vacías miradas como si hubiesen salido todos de la misma fábrica de Mattel. Parecen zombis la mayoría, porque ni se dan cuenta de tu presencia aunque te hayan pasado por encima con sus zapatos de mercadillo o te hayan clavado el bolso hasta las entrañas. Solo se dan cuenta de que existes cuando estás delante de la puerta de salida de la parada que a ellos les interesa. Para eso sí, para insultarte, mirarte mal y decir: ¡Qué maleducados son los jóvenes de hoy en día! Para eso sí que están pendientes e interesados. Ahora, cuando ellos te lo hagan a tí, ¡Un respeto, hombre! ¡Qué maleducados somos los jóvenes de hoy en día!
Pues debo decir que eso es mentira, y más que mentira, un bulo como una casa de campo en los Alpes austriacos en plena segunda Guerra Mundial. Porque los adolescentes, cuando vamos solos, somos invisibles. Queremos estar solos y nadie se da cuenta de nuestra presencia aunque estornudemos once veces seguidas. Porque no nos interesa que nos digan nada, ni que una mujer que no tiene ni cinco años más que yo me pida mi asiento porque está cansada. ¡Leñe! ¡Yo también, nena! Y sin tan cansada estás, no lleves a trabajar esos zapatos que parecen más de gogó de discoteca que de oficinista o ayudante de la ayudante de la secretaria del ayudante del director, ¿no?
Debo reconocer, que cuando vamos en grupo la cosa cambia. Sí, lo reconozco. Pero no todos somos tan ruidosos como los niñatos que se suben en Plaza España y se creen muy cools por ello. Y comienzan a hablar en voces, a montar jaleo y a explicar sus interesantes e instructivas vidas a sus colegas y a medio vagón. Sí, ya sabéis, cuando hablan de con cuántas tías se enrollaron el pasado finde o de cuántos tíos le tocaron el culo y le invitaron a un cubata en la discoteca cutre de su pueblo en solamente una noche de fiesta. Y cuando se ponen así y tu subes el volumen de tu iPod al máximo con tal de no llegar a la fase "borrachera absoluta" y te concentras al máximo en el libro que tienes delante de tí, es cuando más te enteras de lo que no te quieres enterar. Entonces se bajan en la siguiente parada y tu sonríes con alivio mientras de das cuenta de que tu iPod estaba apagado.
Tal vez a vosotros no os haya pasado nunca, pero como aquí la que escribe cosas es la menda y a la menda le han pasado aventuras por doquier en los trenes y el metro, pues cree que le pasa a todo el mundo. Matrimonios de abuelos que juntos tienen más años que la Pedrera que te preguntan cuatro veces si para en Catalunya, cuando ¡Señores! ¡Se han subido en Catalunya!
O chicos calvos borrachos que se te acercan y te dicen que les suenas y no paran de mirarte diciendo: ¡Sonia! ¡Paquita! ¡Raquel! ¡Bárbara!
NO, NO, NO, NO, NO Y NO!
Mañana es un día fatídico para las masas de estudiantes. Y fatídico para esta pobre miserable que tiene que soportar una horda de zombis de camino a su estupendo bachillerato. Menos mal que no lo tengo que soportar sola.
Buen desahogo pequeños miserables!
Live Long and Prospere!
Canción del día: Chick Habit by April March
Bye-Bee!
Fighting en el nuevo cole, Teresica rica! Fighting!
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