Saludos pequeños miserables!
Voy a confesar algo que seguro que os pondrá los pelos de punta, que saldrá en las portadas de las revistas del corazón más importantes del país, como Pronto, Semana y El Jueves. Una noticia que espantará al mismísimo Charles Manson si llega a enterarse; Me encanta el Nestea. Ya ni siquiera puedo decir que me encante, es que es una adicción, una droga increíble, incomparable, que ni el Ferrero Rocher de la Presley. No sabéis la de veces que he soñado con que me lanzaba en una piscina de Nestea e iba bebiendo a medida que hacía el pino y me lanzaba al estilo bomba. El mejor sueño de esta pobre criatura después de mi boda con Billie Joe Armstrong, Zacky Vengeance, Synyster Gates y M Shadows a la vez.
Tampoco lo considero un mal vicio, aunque como todo, si te pasas la pagas y cara. Pero bueno, mejor emborracharme a base de Teína que de alcohol con los amiguitos del botellón. Nunca he ido de botellón, y si soy sincera, nunca me ha atraído la idea de irme a la playa con veinte litros de Xibeca en la mochila y otros veinte en el estomago para ir calentando. No, eso se lo dejo a las generaciones que hay ahora y que vendrán. Yo, como diría el Sabina, me bajo en Atocha. O en mi casa, que es lo mismo en estos casos. No me atrae la idea de ir por la calle borracha a las seis de la mañana y luego salir en reportaje de Callejeros saludando a mi madre la cual se pensaba que estaba en casa de un amigo estudiando para el examen del día siguiente. Ese examen jamás existió, nada más que en la inocencia de mi confiada y querida madre. Y yo no le voy a fallar a mi madre por largarme a beber hasta morirme o coger un coma etílico en medio del paseo marítimo o en medio de la plaza del pueblo. Prefiero emborracharme en mi casa mientras veo alguna película de James Dean o de Mel Brooks con una buena ración de palomitas de mantequilla del Mercadona en una mano (Sí, de esas que pone que se hacen en tres minutos y luego no se hacen ni la mitad) y una botella de dos litros de un delicioso y refrescante Nestea de limón en la otra. (Y con pajita, eh! Nada de a morro!)
Ah, los pequeños placeres de la vida!
Eso es todo por hoy, pequeños miserables! Si un día gano el premio Pulitzer de Literatura os lo dedicaré a vosotros y a mi inocente madre que creyó que me iba a estudiar un examen fantasma. Amor de madre!
Live Long and Prospere, pequeños miserables! Live Long and Prospere!
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