lunes, 29 de agosto de 2011

Fake it!

Saludos pequeños miserables!

Os escribo desde mi querida habitación en la que no suelo aparecer nada más que para dormir. Normalmente suelo estar en la sala o en la habitación de mis padres para chinchar un rato. Pero hoy he decidido encerrarme en la habitación para escribiros algo deleitoso o al menos con poco sentido común como de costumbre.

Estoy observando mi guitarrita eléctrica preciosa a la cual llamé FroGG desde el momento en que la compré. ¿Por qué? Eso jamás lo sabréis, básicamente porque no lo sé ni yo. Podía haberse llamado Uva de Almendra y hubiese seguido sin saber el motivo. El caso, es que llevo tiempo sin tocarla y me siento mal. La tengo abandonadita a la pobre y siempre que me pongo a tocarla, sucede algo que me hace volver a colgarla y ponerme con la tarea. Por ejemplo, un nuevo capítulo de Bob Esponja en Nickelodeon o un nuevo caso de Chuck en Calle 13. También siento impotencia porque mi tío me regaló un precioso pedal nuevo y aun no entiendo como funciona porque perdí el manual. Sí, lo sé, mea culpa. Pero ya estoy arrepentida. ¡De verdad! ¡Quiero mi manual! En fin, que siempre hay algo que me agua el plan y no me alegro de ello, la verdad.

Cambiando de tema, odio los autobuses. De verdad, los odio a muerte, desde la primera vez que me subí a uno y me mareé más que subida en el Dragon Khan diez veces seguidas. Y es que la culpa la tiene simple y llanamente el maldito conductor o conductora (cada vez se ven más mujeres al volante de estos vehículos y eso me parece estupendo) del autobús. Hijo/a mía de mi vida entera ¿No eres consciente de que no llevas un Porsche 911 si no un monstruo con más de veinte personas dentro con el estomago tan revuelto como el potaje de mi abuela? ¿No eres consciente de que tomas las curvas como si estuvieras en el circuito Nascar pero con un vehículo el triple de pesado? ¿No eres consciente de que cuando frenas bruscamente, el potito que se está comiendo el niño que tengo enfrente acaba incrustado en mi gaznate? ¿No eres consciente de las abuelitas encogidas y jorobadas que me clavan en la espalda sus arrugadas manos y sus perfectamente pintadas y afiladas uñas cada vez que tú agarras la rotonda como si fuera una barra de streaptease?

Por eso odio los autobuses, por eso y por muchas otras cosas que ahora mismo no recuerdo porque ya estoy con urticaria solo de pensarlo. Tampoco me gusta el metro, sobre todo cuando se llena y los turistas te pegan patadas con esas pedazo de maletas Samsonite para que les dejes un espacio que no existe. El olor, el calor y el ambiente del metro tampoco me gustan. Supongo que tener algo de Claustrofobia no ayuda ¿verdad? Además, no se si os pasa, pero cuando cojo la Línea 3 en Sants me da la sensación de que se me va a caer el techo encima cuando paso por delante del cantante de Country cutre del pasillo. Cuando su voz ronca y estática resuena por todo el condenado lugar y siento que me vibran hasta las puntas abiertas del pelo, ahí siento que ha llegado el fin. Nunca sucede nada y yo me alegro de ello, pero sé que siempre me pasará lo mismo. Tal vez la solución sea cargarse al cantante de Country ¿no creéis pequeños miserables?

Live Long and Prospere!

Canción del día: Remedy de Seether (Una pasada de banda! La recomiendo encarecidamente!)

Bye-Bee!

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